Antaño, los novios solían dar las gracias a sus invitados con un trocito de tarta envuelto en una blonda de papel y una nota de agradecimiento. Se repartían a cada invitado mientras los novios hacían la ronda o se dejaban en una mesa para que los invitados se sirvieran ellos mismos.
Con el paso de los años, surgieron variaciones sobre este tema, que incluían caramelos de menta envueltos en tul o cajitas de bombones. Se colocaban en cada cubierto y se llevaban a casa o se comían durante la cena. Hoy en día, la variedad de regalos simbólicos sólo está limitada por la imaginación y puede incluir (por nombrar sólo algunos):